Quizá no haya habido nunca un libro más codiciado y buscado,
ni que despertase más pasiones y deseos de poseerlo, hasta el punto de que
mucha gente cayera en la locura, enfermase gravemente o se arruinara
económicamente, sólo por intentar conseguir un ejemplar del mismo o por poner
en práctica los rituales que en él se contenían. Estamos hablando del Libro de
San Cipriano, popularmente conocido como Ciprianillo.
Operacion San Cipriano
El Libro de San Cipriano es un grimorio, es decir, un libro
que recoge fórmulas mágicas, atribuido a San Cipriano de Antioquia, el santo
mago por excelencia, y en el que una parte fundamental se ocupa del desencanto
de tesoros, incluyendo también, en muchas de sus ediciones, una lista de
tesoros del Reino de Galicia y de partes de Portugal, con localizaciones
detalladas de dónde encontrarlos.
Complementos Mágicos
EL LIBRO DE SAN CIPRIANO (I)
Quizá no haya habido nunca un libro más codiciado y buscado,
ni que despertase más pasiones y deseos de poseerlo, hasta el punto de que
mucha gente cayera en la locura, enfermase gravemente o se arruinara
económicamente, sólo por intentar conseguir un ejemplar del mismo o por poner
en práctica los rituales que en él se contenían. Estamos hablando del Libro de
San Cipriano, popularmente conocido como Ciprianillo.
El Libro de San Cipriano es un grimorio, es decir, un libro
que recoge fórmulas mágicas, atribuido a San Cipriano de Antioquia, el santo
mago por excelencia, y en el que una parte fundamental se ocupa del desencanto
de tesoros, incluyendo también, en muchas de sus ediciones, una lista de
tesoros del Reino de Galicia y de partes de Portugal, con localizaciones
detalladas de dónde encontrarlos.
Parece que no hay testimonios de gente que se hiciera rica
gracias al Ciprianillo, aunque seguramente lo que pasó fue que, quienes se
hicieron ricos por estos medios, lo mantuvieron en silencio para evitar robos,
como pasa hoy en día con los ganadores de la lotería. Sin embargo muchos de los
inicialmente felices poseedores del libro, después no lo fueron tanto, ya que
agotaron capital y salud buscando los magníficos tesoros prometidos. Esto fue
especialmente cierto en Galicia, donde abundaron los casos de gente que
adquiría algún ejemplar, pagando grandes sumas de dinero que juntaban, a
menudo, vendiendo toda su hacienda. El escritor e historiador orensano Vicente
Risco relata en su trabajo “Los tesoros legendarios de Galicia” publicado en
1950 en la “Revista de Dialectología y Tradiciones Populares”, que en los años
20 y 30 del siglo XX se llegaba a pagar en Galicia 500 ptas. por un libro que
adquirido en Portugal o Brasil podía valer 3 o 4 ptas. Toda esta especulación
económica llevó al historiador gallego Bernardo Barreiro a publicar, en 1885,
en su obra “Brujos y astrólogos de la Inquisición y el Libro de San Cipriano”,
una versión muy parcial del mismo, con el fin de que toda la gente lo pudiera
adquirir a un precio popular y vieran además lo absurdo de su contenido,
destruyendo así su fama y que la gente dejara de buscar tesoros.
En Galicia circularon leyendas que situaban dicho libro en
algún departamento reservado de la Biblioteca de la Universidad (según otros de
la Catedral) de Santiago, donde se encontraba encadenado para que ningún
incauto lo pudiera abrir y leer su contenido (y suponemos que para que el libro
no pudiese escapar de allí). El propio Bernardo Barreiro cuenta que cuando
estuvo trabajando en el Archivo de Simancas (Valladolid) iban hasta allí
paisanos a pedirles una copia del famoso libro y que, ante la respuesta de que
allí no se encontraba ningún Libro de San Cipriano, la gente se mostraba
recelosa y era muy difícil de convencerles de ello, aunque se les dijera,
incluso, por los propios empleados que si hubiera allí algún Ciprianillo, ellos
ya serían ricos y no estarían trabajando en aquel sitio.
La figura de San Cipriano
El santo al que se le atribuye la redacción del libro es,
San Cipriano de Antioquia, que vivió en el S. III D.C. (no tiene nada que ver
con San Cipriano, Obispo de Cartago, con el que a menudo es confundido). El
relato de la vida de San Cipriano más conocida (aunque ya hay citas en el s.
IX) es la recogida en las diversas obras publicadas con el título de Flos
Sanctorum (entre ellas la del padre jesuita Pedro de Ribadeneyra editada en
Madrid 1599-1601). Según estos relatos, San Cipriano nació en Antioquía, entre
Siria e Arabia; sus padres, idólatras y poseedores de grandes riquezas, lo
destinaron, por sus cualidades, al culto de los falsos dioses. Fue hombre de
gran cultura, viajó mucho (por Grecia, Egipto, la India y Caldea) y llegó a ser
un profundo conocedor de las artes mágicas. A los treinta años se convierte al
cristianismo, gracias a la predicación de Antipo, Obispo de Antioquía y por
culpa de un episodio que le ocurrió: un joven llamado Aglaide se enamora de
Justina y la pide en casamiento, que ella rechaza por estar consagrada a
Jesucristo. Aglaide recurre a Cipriano para que Justina se rinda a sus deseos,
lo que intenta con todas las artimañas posibles, sin resultado. Entonces
Cipriano invoca a Lucifer para que le diga por qué son inútiles todos los
sortilegios que hace a Justina, y Lucifer le responde que el Dios de los
cristianos es el señor de todo lo creado, estando él también sujeto a su poder,
de forma que no podía hacer nada contra quien hiciese el signo de la Cruz.
Entonces San Cipriano renegó de él y se convirtió al
cristianismo, abandonando la práctica de la magia, no sin antes, según la
tradición popular, recoger en un libro todos sus conocimientos mágicos.
Posteriormente Cipriano y Justina llevaron una vida de oración y predicación
del cristianismo, hasta que el juez Eutolmo los mandó al suplicio metiéndolos
en tinas de pez ardiendo, de las que salieron ilesos. Ante semejante milagro,
Atanasio, gran sacerdote pagano y discípulo anterior de Cipriano, creyendo que
era un truco, se arrojó al tonel, y murió quemado en el acto. Cipriano y
Justina fallecieron decapitados el 26 de Septiembre en los márgenes del río
Gallo en la ciudad de Antioquia y sus reliquias fueron repartidas entre Roma
(iglesia de San Juan de Letrán), Toulouse, y la catedral de León. La fama de
San Cipriano como mágico se extendió por toda la cristiandad y pasó
posteriormente a la memoria popular, poniéndolo al mismo nivel que otros
famosos magos de la Antigüedad, como Simón el Mago o Salomón, a los que también
se les atribuye la autoría de numerosos libros mágicos. Para darnos cuenta de
la popularidad del santo y la vigencia de su leyenda, que fue transmitida de
forma popular durante siglos hasta hace muy pocos años, basta con mencionar que
circularon pliegos de cordel con su vida en verso.
A San Cipriano, además, se le hizo patrón de las artes
mágicas, de los hechiceros y de las brujas, y su nombre estuvo vinculado a
numerosas prácticas mágicas, tanto conjuros como oraciones, como atestigua la
famosa Oración de San Cipriano, y que vale para protegerse de maleficios de
cualquier tipo. Los estudiosos consideran asimismo la historia de San Cipriano
como uno de los más directos antecedentes del desarrollo de la historia de
otros magos famosos, como por ejemplo, Fausto, cuyos primeros relatos datan del
s. XVI.
En Cataluña la devoción al Santo debió ser muy popular ya
que Palau cita ocho folletos publicados de la Oración de San Cipriano, a veces
acompañada de la Oración a la Santa Cruz de Caravaca, escritos en catalán y en
castellano. De estas obritas reproducimos la portada de la editada en Manresa,
por la Sociedad Editorial Manresana.
El libro de San Cipriano y los libros de magia
El libro de San Cipriano se encuadra perfectamente en la
categoría de los grimorios o libros de nigromancia, lo que significa que es un
libro de magia ritual dedicado a la magia negra. Aunque gran parte del mismo se
dedique a la magia blanca (curación de enfermos, etc.), lo cierto es que en
todos ellos aparece, aunque sea una mínima parte de magia negra, lo que hace
que caigan directamente en dicha categoría.
Anula y desvanece, Altísimo Dios Creador Nuestro, + por las
oraciones de los Ángeles buenos y por los Santos que te rodean, todos los
sortilegios y ligaduras que se han hecho o hagan (de día o de noche) por
hombres infames y mujeres perversas contra tu siervo. Y que sus enemigos y
contrarios sean malditos... Y que sea desembrujado de cualquier maleficio hecho
por invocación + virtudes y potestades infernales, ya sea hecho por figuras
grabadas en oro, plata, cobre, estaño, hierro, plomo u otro metal cualquiera;
ya sea por huesos de muerto, de hombre, o animal de cuatro patas, o de aves
nocturnas; asimismo si fuera hecho el embrujamiento con pedazos de lana, de
lino, de seda, de algodón o de cáñamo, pertenecientes a un muerto o a una
persona viva, sana o enferma; o con cabellos o uñas de cristiano, de moro, de
judío o de hereje; o bien fuesen enterrados en sepultura de gigantes, o de hebreos,
o de sarracenos, o de cristianos, y los que están hechos en piedra, o en
madera, o en hierbas, o en agua (de mar o de río), y asimismo los maleficios
por medio de libros o palabras o en estatua, de metal o de cera, o en signos
dibujados en pergaminos; y también los hechos en montañas o en valles, en
fortalezas o en castillos de moros; en campos o en viñas; en bosques o en
selvas; junto a un árbol o bajo una mata o bajo una piedra; en cabaña o en casa
de campo; en la pared de una iglesia, convento o ermita; en el lecho; o en el
pozo de una casa; o en cualquiera otro sitio de la tierra elevado o profundo;
asimismo los que se dan en comida o en bebida, o se pudren en aguas
corrompidas, o se consumen o han sido consumidas por el fuego. +Oh, Dios santo,
Dios poderoso, bueno y terrible! Haz que desaparezcan y queden deshechas todas
las malas cosas dichas y hechas de Levante a Poniente... librando de todo mal y
peligro, de vientos y pedriscos, de aguaceros y turbiones, de rayos y
centellas, de fantasmas y visiones, de emboscadas y traiciones, de dagas y
cuchillas y de toda cosa mala. + Gloria a! Padre, + Gloria al Hijo, + Gloria a!
Espíritu Santo. + Amen.
Y0 no conocía tu Nombre santo y terrible, Altísimo Señor;
mas ahora sé que eres Dios fuerte, Dios grande, Dios omnipotente, Dios
sempiterno. + Yo ataba las nubes e impedía cayese la Lluvia sobre el haz de la
tierra, y la hierba de la tierra se secaba, y los árboles no daban fruto, y las
mieses se marchitaban en los campos. Yo pasaba por en medio de un rebaño y las
bestias se dispersaban y se perdían. Yo encantaba a un hombre, a una mujer, a
un niño, solo con un rayo de mi mirada; mi poder para el mal era muy grande,
pero hasta ahora no he conocido la ciencia secreta del bien, +oh grande y
poderoso Señor! + +Oh, Dios omnipotente y sempiterno! Yo te ruego concedas a
tu humilde siervo Cipriano que todo hombre o mujer que rezare devotamente mi
oración se vea libre de hechizos, posesiones, sortilegios, encantamientos y
otras malas artes de brujería, así como le preserves de tempestades,
terremotos, huracanes, rayos e incendios. + Amen.
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