De la raza de los hombres, hubo algunos que, en la Primera Edad del Sol, salieron del este de la Tierra Media, se dirigieron al oeste y al norte y llegaron al reino de Beleriand, donde vivían los elfos noldor y sindar. Los noldor les llamaron atanatári, «padres de los hombres», aunque el más frecuente era el nombre sindarin: EDAIN.
Estos hombres aprendieron muchas cosas de los sabios elfos que habían llegado recientemente de Aman, la tierra de la luz, y habían sido discípulos de los Poderes de Arda, muy temidos por los hombres y adorados como dioses. Así pues, los atanatári eran verdaderamente los padres de su raza, ya que, si bien con posterioridad llegaron otros hombres procedentes del este, donde habían aprendido mucho de los elfos oscuros de esas tierras, su sabiduría popular no era comparable con la aprendida por los atanatári de los calaquendi. Por esta razón se encomendó a los atanatári la tarea de convertirse en maestros de todo su pueblo en las Edades del Sol que habrían de seguir. Gran parte de lo más grande y noble de todos los hombres tiene su origen en estos antepasados.
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