En el siglo diecinueve de la Tercera Edad del Sol, un pueblo oriental de las tierras de Rhûn declaró la guerra a los hombres de Gondor. Era un pueblo numeroso y bien armado, equipado con carromatos y cuadrigas de combate arrastradas por caballos —por lo cual los hombres occidentales los llamaron aurigas—, que se enfrentó a los hombres de Gondor en una guerra que duró cien años. La primera batalla se libró en el año 1856 y los aurigas derrocaron a Gondor y a todos sus aliados, los hombres del norte. Mataron al rey Narmacil II, se apoderaron de las tierras de Rhovanion y esclavizaron a todos los hombres del norte que vivían allí.
Los aurigas gobernaron Rhovanion hasta el último año de aquel siglo, en el que los hombres del norte se rebelaron y Calimehtar, el nuevo rey de Gondor, condujo a su ejército hacia septentrión. En el combate librado en Dagorlad, este nuevo rey obligó a los aurigas a retirarse hacia el este hasta Rhûn. Pero la agitación continuó en las fronteras de Gondor y, con la ayuda de los Espectros del Anillo y los haradrim, en 1944 los aurigas volvieron a declarar la guerra a Gondor. Los hombres de Gondor se vieron entonces obligados a dividir su ejército entre el este y el sur. El rey Ondoher se fue al este, donde sus huestes sufrieron un gran descalabro y sus dos hijos fueron asesinados. Pero el ejército del sur derrotó a los haradrim y seguidamente se dirigió al este, donde sorprendió a los victoriosos aurigas y los aniquiló en un acceso de cólera vengativa. Prendieron fuego a sus tiendas y los que no murieron en la batalla del Campamento fueron conducidos a las Ciénagas de los Muertos, donde perecieron. Después de esto el nombre de los aurigas no volvió a aparecer en los anales de occidente y no consta en ningún relato posterior de los elfos ni de los hombres.
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