Formula de exorcismo por medio de la cual se ordena en nombre de “Dios” al espíritu maligno que diga o haga lo que se exige de él.
El exorcismo adopta dos formas: la imprecación y la
reprobación. La primera va dirigida a los poderes del mal, ordenándoles salir
de la persona poseída. Esta forma de exorcismo es relativamente rara, y el
hecho de la posesión ha de ser cuidadosamente establecido antes de que un
sacerdote, debidamente autorizado por el obispo local, proceda al exorcismo en
cada caso. Determinados lugares que han estado asociados con prácticas malvadas
pueden necesitar tratamiento; por lo general, la celebración de la misa en la
casa o lugar en cuestión expulsa las malas influencias. En otras situaciones
específicas, como la participación en ritos de vudú o de brujería, u otras
prácticas que puedan colocar a las personas en situaciones particularmente
propicias para la incursión de malos espíritus, la conferencia episcopal puede
establecer una abjuración solemne del mal durante los ritos del catecumenado.
Por lo demás, los exorcismos del Ritual de la iniciación cristiana de adultos
(RICA) son de reprobación, en forma de oraciones al Padre o a Jesús para que el
catecúmeno o elegido se vea libre de todo tipo de mal. El autor principal del
RICA, B. Fischer, escribe: «No le hablamos ya al demonio (considerado como
alguien que está presente); hablamos con Dios sobre el Demonio (todavía
considerado como un ser personal)». Durante los ritos del catecumenado los
exorcismos del tipo de reprobación son continuos; el ministro puede ser un
catequista hasta el momento de los escrutinios. Durante los escrutinios el
pecado es considerado como estrechamente ligado al corazón humano (primer
escrutinio), como social (segundo escrutinio), como muerto (tercer escrutinio).
Hay exorcismos en cada uno de los escrutinios, correspondiendo con cada uno de
estos aspectos del pecado y reflejando los grandes textos evangélicos de los
capítulos 4, 9 y 11 de Juan respectivamente.
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