Dybbuk no tiene forma corpórea, es sólo un espíritu y no tiene género. Su sólo propósito es invadir los cuerpos de los humanos para que ellos cometan fechorías y maldades. Mucho tiempo antes de convertirse el Judaísmo en la primera religión patriarcal codificada, es decir, con escrituras, el pueblo judío tuvo uno de los más ricos panteones de hadas y seres folklóricos del planeta.
Muchos de estos entes fueron tomados prestados e incorporados por otras tribus de la región a sus propias tradiciones. Prácticamente todo este caudal de mitología se ha perdido para nosotros, porque fué purgado y borrado exitosamente, al principio por los tempranos rabinos y patriarcas, y luego por los Cristianos.
La leyenda del Dybbuk ha sobrevivido porque era muy conocido en el tiempo en que tanto los judíos como los cristianos trataban de frenar el avance romano hacia Israel, y muchas de las tácticas empleadas en esta lucha eran contrarias a su ética religiosa. Entonces los judíos acuñaron la frase que aún ahora es popular entre ellos. "Un Dybbuk ha entrado en mi cuerpo". Un Dybbuk es casi siempre descrito como un demonio más que un hada o un ser mágico, porque tiene el poder de poseer temporalmente el cuerpo humano.
La gente creyó que esta posesión era siempre ocasionada por los malos actos de la persona. La literatura cabalística (Textos místicos judíos) especificaban claros protocolos de exorcismo para los Dybbuk, y muchas de las Iglesias Cristianas prescriben ceremonias similares.
Se cree que un Dybbuk puede ser ahuyentado con música, es especial si es aquella con carácter religioso, como salmos o cantos de alabanza. Gran parte de la música utilizada en los ritos judíos fueron originalmente cantos de protección invocando el poder de las deidades benéficas contra los demonios astrales. De allí que se tenga por segura la huída de los Dybbuk si en el aire flotan acordes y melodías. Son originarios de Israel y las primeras historias escritas sobre ellos datan del siglo XVI. El plural es Dybbukyn, y no se sabe que hayan recibido otros nombres para designarlos.
Muchos de estos entes fueron tomados prestados e incorporados por otras tribus de la región a sus propias tradiciones. Prácticamente todo este caudal de mitología se ha perdido para nosotros, porque fué purgado y borrado exitosamente, al principio por los tempranos rabinos y patriarcas, y luego por los Cristianos.
La leyenda del Dybbuk ha sobrevivido porque era muy conocido en el tiempo en que tanto los judíos como los cristianos trataban de frenar el avance romano hacia Israel, y muchas de las tácticas empleadas en esta lucha eran contrarias a su ética religiosa. Entonces los judíos acuñaron la frase que aún ahora es popular entre ellos. "Un Dybbuk ha entrado en mi cuerpo". Un Dybbuk es casi siempre descrito como un demonio más que un hada o un ser mágico, porque tiene el poder de poseer temporalmente el cuerpo humano.
La gente creyó que esta posesión era siempre ocasionada por los malos actos de la persona. La literatura cabalística (Textos místicos judíos) especificaban claros protocolos de exorcismo para los Dybbuk, y muchas de las Iglesias Cristianas prescriben ceremonias similares.
Se cree que un Dybbuk puede ser ahuyentado con música, es especial si es aquella con carácter religioso, como salmos o cantos de alabanza. Gran parte de la música utilizada en los ritos judíos fueron originalmente cantos de protección invocando el poder de las deidades benéficas contra los demonios astrales. De allí que se tenga por segura la huída de los Dybbuk si en el aire flotan acordes y melodías. Son originarios de Israel y las primeras historias escritas sobre ellos datan del siglo XVI. El plural es Dybbukyn, y no se sabe que hayan recibido otros nombres para designarlos.
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