No basta sólo con desearlo, ellas también han de estar dispuestas, y que accedan es muy difícil porque aunque puedan estar entre nosotros de forma invisible, no siempre quieren manifestarse corpórea mente a nuestros ojos y en verdad que no hay que reprochárselo; de todas formas, existen indicios que las delatan.
Allí donde veáis espinos hay Hadas cerca, allí en donde crezcan avellanos, hendirnos, sauces, robles, alisos, abedules, fresnos y encinas, tendréis en su vecindad a las Hadas, y si marcháis de viaje turístico a las Islas Británicas y os sentáis a descansar entre las ruinas de algún antiguo castillo por el que siempre trepa la hidra invadiéndolo, lo más probable es que esta hiedra no sea tal sino la Dama Verse de Caerphilly, presta a recobrar su verdadera naturaleza si lo considerase conveniente. Y si camináis por las montañas galesas y descubrís a una bella joven sentada sobre una piedra al borde del camino, sabed que se trata del Hada Gwyllion que está vigilando.
En la Isla de Man mora el Hada Leannan, musa de poetas y su protectora aunque a caro precio, ya que si otorga la gloria acorta la vida de sus elegidos.
Existen Hadas acuáticas, las Glaistig, que son buenas y amables con los niños, los ancianos, los granjeros y el ganado. También las pequeñas, transparentes y frágiles Asrai que si se capturan o les da el sol, se convierten en agua.
Las Selkies, conocidas como Hadas-Foca, a las que si sorprendéis bañándose sin su piel, podéis capturar y convertir en vuestras esposas, pero nunca más volverán a ser alegres, y siempre añoran el mar del que deben permanecer alejadas. Luego está Benshir, un Hada escocesa, doméstica, que protege de los peligros avisando anticipadamente de ellos a las familias que están bajo su tutela.
La lista de las Hadas es interminable y sería imposible nombrarlas a todas. Pero quiero destacar a una graciosa Hada alemana de nombre Holda o Werre, que favorecía la casa de las personas laboriosas otorgándoles su ayuda.
Allí donde veáis espinos hay Hadas cerca, allí en donde crezcan avellanos, hendirnos, sauces, robles, alisos, abedules, fresnos y encinas, tendréis en su vecindad a las Hadas, y si marcháis de viaje turístico a las Islas Británicas y os sentáis a descansar entre las ruinas de algún antiguo castillo por el que siempre trepa la hidra invadiéndolo, lo más probable es que esta hiedra no sea tal sino la Dama Verse de Caerphilly, presta a recobrar su verdadera naturaleza si lo considerase conveniente. Y si camináis por las montañas galesas y descubrís a una bella joven sentada sobre una piedra al borde del camino, sabed que se trata del Hada Gwyllion que está vigilando.
En la Isla de Man mora el Hada Leannan, musa de poetas y su protectora aunque a caro precio, ya que si otorga la gloria acorta la vida de sus elegidos.
Existen Hadas acuáticas, las Glaistig, que son buenas y amables con los niños, los ancianos, los granjeros y el ganado. También las pequeñas, transparentes y frágiles Asrai que si se capturan o les da el sol, se convierten en agua.
Las Selkies, conocidas como Hadas-Foca, a las que si sorprendéis bañándose sin su piel, podéis capturar y convertir en vuestras esposas, pero nunca más volverán a ser alegres, y siempre añoran el mar del que deben permanecer alejadas. Luego está Benshir, un Hada escocesa, doméstica, que protege de los peligros avisando anticipadamente de ellos a las familias que están bajo su tutela.
La lista de las Hadas es interminable y sería imposible nombrarlas a todas. Pero quiero destacar a una graciosa Hada alemana de nombre Holda o Werre, que favorecía la casa de las personas laboriosas otorgándoles su ayuda.
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