Nos encontramos ante unos genios chiquititos y malignos que
cabalgan sobre la tempestad y a quienes las campanas de las aldeas tratan de
conjurar con el triste toque del "tente-nú". Son los causantes de las
galernas del Cantábrico tan temidas por todos...
Los Nuberos son los genios traviesos y maliciosos que
montados en nubes grises se divierten provocando tormentas con la intención de
asustar con sus rayos a los animales y destruir con el granizo las cosechas de
los hombres.
Son pequeños, de cara maliciosa y aspecto obeso. Siempre
aparecen montados en sus nubes que ellos mismos crean y desde ellas controlan
el granizo, el rayo y la lluvia. Crean sus nubes gracias a un poder especial
que tienen y no les son necesarios componentes para realizarlo. También pueden
invocar rayos a voluntad, y no dudarán en utilizarlos como armas si son
atacados o molestados.
Los nuberos suelen cometer sus fechorías a antojo pudiendo
incluso reunirse varios de ellos para juntos formar un gran nubarrón de
tormenta con la que divertirse.
Espumeros
Son unos seres marinos de las costas cántabras. Se llaman de
este modo porque cuando están juntos, que es casi siempre,, les encanta jugar
con la espuma, ya sea en la cresta de las olas, por las que corren sin
hundirse, o cuando revolotean sobre las estelas de los barcos.
Son hombrecitos muy
pequeñucos, como niños regordetes, y visten una túnica del color de las algas.
No se alejan mucho de tierra, en la que a veces se internan
por diferentes razones, pues son ellos quienes recogen flores en los prados y
bosques para hacer collares a las sirenas y ellas, a cambio, les regalan
caracolas y cada uno tiene la suya.
Cuando va a haber tormenta suben a los acantilados y soplan
al tiempo sus caracolas para avisar a los pescadores de que deben volver a
puerto.
Son rubios o morenos y tienen unos ojos tan brillantes que
cuando la niebla oculta la costa, se colocan delante de los barcos y les guían
como si fueran faros.
Los espumeros son unos simpáticos
seres marinos de la costa cántabra. Se llaman así porque cuando están juntos,
que es lo común, les encanta jugar con la espuma... ya sea la de las crestas de
las olas... por las que corretean sin hundirse... o cuando revolotean sobre las
estelas de los barcos... que es uno de sus pasatiempos favoritos... Son unos
hombrecillos muy pequeñitos, como niños regordetes, y visten una especie de
túnica de color de algas...
No se alejan mucho de tierra, en la que a veces se internan
para recoger flores en los prados y bosquecillos y así, hacer con ellas los
collares de las sirenas. A cambio, ellas les regalan unas hermosas caracolas...
y cada uno tiene la suya. Cuando va a haber tormenta suben a las cavernas de
los acantilados... y soplan al unísono en sus caracolas, de modo que el
estruendo que levantan anuncia a los pescadores que corren peligro y deben
volver a puerto...
Otras veces, cuando en tierra no llueve... y los
agricultores se inquietan porque ven que sus sembrados se agostan sin
remedio... los espumeros llenan sus caracolas en los estuarios de los ríos y
vuelan miles de veces vaciándolas sobre los campos...
Son rubios o morenos... Los morenos tienen unos ojos tan
brillante que... cuando la niebla nocturna oculta toda luz costera... se
colocan delante de los barcos y van orientando al capitán como si fueran
faros... Los rubios son muy guapos y suelen entrar en las casas sin ser vistos
para ver qué noticias del hogar pueden llevar al marido, padre o novio
marinero... Una vez, un espumero rubio entró en casa de una muchacha que
suspiraba de pena porque su novio se había embarcado aquella mañana y pasaría
muchos días sin verlo... Recogió los suspiros en un pañuelo y se los llevó
hasta el barco donde estaba su amado...
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