El Squonk vive en Norteamérica, no se sabe desde cuando. Es una criatura escurridiza, que pocas veces se deja ver y no está probado que ejerza influencia de ningún tipo en la vida de los seres humanos.Lo que si se sabe con certeza, es que tiene un aspecto bastante repulsivo. Su piel, muy parecida a la del sapo, esta llena de manchas y verrugas y le cuelga en abundantes pliegues a lo largo del cuerpo.
El Squonk es tan consciente de su fealdad que se siente muy desgraciado y llora por ello de un modo ruidoso e incesante. Ese es el motivo de que sus ojos se vean siempre hinchados como globos. Es la pura imagen de la tristeza y el desaliento. Su vida activa transcurre en la noche. No quiere ser visto, pero se sabe siempre donde está, ya que sus hondos sollozos se escuchan desde lejos y las lágrimas que vierte dejan un rastro brillante en el suelo del bosque y son visibles aún en la mas absoluta oscuridad. A pesar de ello, no es nada fácil capturar a este ser tan especial. Sólo consta que fuera atrapado una vez por un astuto cazador que consiguió atraerle a una trampa imitando los sollozos de una hembra Squonk. Ante la irresistible llamada, un macho salió de su escondite y cayó en el lazo del trampero.
Muy contento el cazador con su presa, lo metió dentro de un saco y con él a cuestas llego hasta el pueblo, donde presumió un buen rato de haber conseguido lo que nadie antes. Su sorpresa fue enorme cuando al abrir el saco para mostrar su trofeo, solo encontró un pequeño charco de brillantes lágrimas.El Squonk se había disuelto en su propio llanto dentro de su encierro para volver a tomar su forma original en la fría noche del espeso bosque. Nunca más se ha conseguido ver otro ejemplar, aunque sus lágrimas siguen iluminando, aquí y allá, los intrincados caminos que recorre.
El Squonk es tan consciente de su fealdad que se siente muy desgraciado y llora por ello de un modo ruidoso e incesante. Ese es el motivo de que sus ojos se vean siempre hinchados como globos. Es la pura imagen de la tristeza y el desaliento. Su vida activa transcurre en la noche. No quiere ser visto, pero se sabe siempre donde está, ya que sus hondos sollozos se escuchan desde lejos y las lágrimas que vierte dejan un rastro brillante en el suelo del bosque y son visibles aún en la mas absoluta oscuridad. A pesar de ello, no es nada fácil capturar a este ser tan especial. Sólo consta que fuera atrapado una vez por un astuto cazador que consiguió atraerle a una trampa imitando los sollozos de una hembra Squonk. Ante la irresistible llamada, un macho salió de su escondite y cayó en el lazo del trampero.
Muy contento el cazador con su presa, lo metió dentro de un saco y con él a cuestas llego hasta el pueblo, donde presumió un buen rato de haber conseguido lo que nadie antes. Su sorpresa fue enorme cuando al abrir el saco para mostrar su trofeo, solo encontró un pequeño charco de brillantes lágrimas.El Squonk se había disuelto en su propio llanto dentro de su encierro para volver a tomar su forma original en la fría noche del espeso bosque. Nunca más se ha conseguido ver otro ejemplar, aunque sus lágrimas siguen iluminando, aquí y allá, los intrincados caminos que recorre.
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