Hemos visto toda suerte de seres extraños, tanto
sobre la tierra cántabra como en el mar y ríos que la bañan.
Hablemos ahora de aquellos que por tener alas se
mueven por los aires, ya que la variedad y riqueza de la mitología cántabra no
ha dejado elemento sin tocar.
Estas
aves insólitas se caracterizan por su modo de mirar. De esta manera, las
antiguas supersticiones y creencias en el mal de ojo tienen algo que ver con
esta propiedad de ciertos animales cántabros de infundir algo a través de una
simple mirada
Otro elemento digno de atención que comparten estas aves es lo
antinatural de sus génesis, que explica sin duda su malignidad, lo cual
corresponde perfectamente con la popular creencia de que el mal no puede
engendrar bien y que todo mal tiene su origen en algo que quebranta las leyes
de la Naturaleza. Por lo general, son híbridos imposibles, cruces de mamíferos
y aves o alambicados engendros en cuya elaboración se intercala alguna insólita
metamorfosis como es el caso del gallo de la muerte.
Gallo de la Muerte
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En las montañas de Cantabria existe una
sorprendente creencia acerca del gallo de la muerte.
Se dice que, una vez cada cien años, los
milanos ponen un huevo colorado, del que sale una pájara mitad negra y mitad
blanca, que vive justamente cincuenta años.
Al morir, la descomposición de su cuerpo
genera un tipo de gusano que acaba convirtiéndose en un gallo negro; es el
“gallo de la muerte”, un ave maléfica.
El nombre se debe a que, según la
leyenda, el que oye su canto muere al día siguiente.
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