domingo, 19 de julio de 2015

DIONISO

Un dios que proviene con suma probabilidad de Tracia y tuvo un auge maravillo en tierras griegas. Sus mitos se entrelazan con los antiguos dioses y su naturaleza, a pesar de ser muy divulgada, es oscura.


Aun que es tenido comúnmente como el numen de la embriaguez y el dulce entusiasmo que provoca el vino, lo cierto es que preside toda exaltación, de cualquier orden, particularmente la religiosa.
Se elaboraron mitos y celebraciones para ajustarlo a la vida hélenica. De esos damos los fundamentos:
Su nacimiento es ya oscuro. Se da por padre a Zeus, pero la madre varía entre Démeter, Semele, Io, Dione, o Persefone, con quien el dios se unió tomando la forma de serpiente, y aun menciona a Lete.
La historia que corría en Grecia era más o menos así:
Zeus se enamora de Seleme y va a buscarla en forma de un mortal ordinario. Pero los celos de Hera no duermen. Se disfraza con el aspecto de una vecina de Seleme y le va a decir que el amante debe declarar su identidad. Ya esta aquella grávida de seis meses.
Semele sigue el consejo y pide a Zeus su identificación. Se niega él. Se irrita y lanza un rayo que acaba con Semele. Pero Hermes salva al niño. Lo va a enquistar en el muslo de Zeus donde termina los tres meses que le faltaban, y al fin nace. De ahí dicen que deriva su nombre:
Diónso: el que sale por doble puerta. Hijo de Zeus, por tanto, entra en categoría de los grandes dioses.
Hera no descansa. Manda que el niño sea hecho pedazos y pongan a hervir en un gran caldero. Donde cae su sangre, al estarlo destazando, brotan granados. Viene Rea a rescatarlo y lo restaura en su total integridad.
Acude también Persefone y lo toma a su cargo. Lo lleva a Atamas rey de los Orcomenos. Su mujer lo educa en la parte dedicada a las niñas, vestido como ellas.
Hera de venga enloqueciendo a Atamas y a su mujer. El rey mata a su propio hijo Learco, confundiéndolo con un ciervo.
Por mandato de Zeus, Hermes va  ha transformar al niño en cervatillo. Lo lleva a las ninfas Macris, Nisa, Erato, Bromia y Baque. Les da el cargo de cuidar aquel cervatillo. Lo alimentan con miel y por eso el dios sumo las eleva a calidad de estrellas. Son las Hiadas, aun que varía la leyenda en cuanto a ella.


Hallándose en esa región, que es el monte Nisa, fue donde inventó Dióniso el Vino.
Llega a la adolescencia y tiene especial belleza, entre femenina y masculina. Hera reconoce en él aun hijo de Zeus y lo vuelve loco.
Se dedicó a andar vagando por todo el mundo, acompañado de Sileno , que había sido tutor de su niñez, y un gran grupo de Sátiros y Ménades. Llevaban todos el tirso, que se describe a bajo. Y guirnaldas y cadenas de hojas de hiedra y de vid.
El tirso que es como distintivo suyo y de sus celebradores es una vara o bastón ligero, ceñido de hojas de parra y de hiedra con un remate cónico. Probablemente un símbolo fálico. Lo llevaban no solamente el dios, sino sus acompañantes y en las celebraciones de sus ritos los que tomaban parte de ellos.
Además llevaban puñales, serpientes, e iban grandes mugidos como un toro.
El primer sitio que visitó fue Egipto y el Proteo lo acogió de buen grado. Le dio como obsequio plantas de vid.
De ahí paso a Libia, donde halló un escuadrón de Amazonas. Las invitó a que se unieran a el para ir a combatir a los Titanes y restaurar en su trono al rey Ammón. Lo hicieron y fue una de las primeras victorias de Dióniso, al combatir a los Titanes y restaurar al rey.
Sigue su expedición a la India. Se encaminó hacia el Eufrates y en Damasco venció al rey que intentaba cerrarle el paso. Lo desolló vivo. Para pasar el río hizo hizón un puente de parras y hiedras. El río Tigris lo pasó ayudado por un Tigre que le envió Zeus.
Puede  llegar a la India tras grandes oposiciones y combates y al fin fundó ciudades y planto viñedos por todas partes.
Al regresar de su expedición a la India se enfrentó contra otra horda de Amazonas, que le salió al paso, y él las arrojó por diversos rumbos. Unas fueron a dar a Efesto, otras al santuario de Artemis, donde quedaban descendientes suyos hasta la caída del imperio romano. Otras huyeron hacia Samos y el dios las fue persiguiendo en barcas y en el combate mató a muchas. Quedó tan en sangrentado el campo, que llevó el nombre de Panhamea: “todo sangriento”.
Al llegar a Fleo se le murieron los elefantes que había traído de la India. Los nativos señalaban como huesos suyos los de remotos fósiles.
Al pasar por Frigia Rea, que en algunas versiones es su madre, lo purifico de las muertes que había hecho en sus expediciones y su locura y lo inició en los misterios.
Se encaminó a Tracia y el rey de los Edonios, salió a combatirlo. Su ejército iba armado con lanzas tan largas como gorguces para aguijar bueyes y pudo vencer y aun matar a todos.
A los que no mató, los hizo cautivos. Dióniso escapó sumergiéndose  en el mar y fue a refugiarse a la gruta de Tetis. Rea vengó a su hijo libertando a los cautivos y enloqueciendo a Licurgo. A su propio hijo, llamando Drias, lo mató de un hachazo, por estar contando una vida. También fue castigo suyo el que se le pudriera en vida  los dedos de pies y manos y las orejas y nariz, que comenzaron a caerse en pedazos.
Regresó del mar Dióniso y declaró que la Tierra sería estéril hasta que no hubiera muerto Licurgo. Los vasallos lo llevaron a l monte Pandión en donde los caballos dieron cuenta de él.
Dióniso fue aceptado por los tracios y desde ahí fue a su tierra la Beocia y a su ciudad de Tebas. Allí invito a las mujeres a que se unieran a sus danzas báquicas, pero el rey Penteo se negó a admitirlo y se burló de él,  al ver su figura juvenil y aun femenina. Dióniso enloqueció a las mujeres, entre ellas a la misma madre del rey, Agave,  que lo mató descuartizándolo por confundirlo con una fiera que intentaba interrumpir sus festejos en el monte Citerón.
En Orcomenos invitó a las hijas de Minias, llamadas Alcitoe, Leucipe y Arsinoe,  a que se unieran a sus celebraciones. Ellas se negaron, aun que había aparecido en figura de jovencita. Entonces el dios se fue mudando en león, en toro,  en pantera y las volvió locas. Leucipe para aplacarlo le ofreció  su propio hijo Hipaso y entre las tres destrozaron el cuerpo y se lo comieron, huyendo a la montaña en su locura. Vino Hermes a ellas y las mudó en pájaros, aunque hay la versión de que el mismo Dióniso las transformó en murciélagos.


En recuerdo de este hecho se celebraba una fiesta en Orcomenos, en la cual se fingía que las mujeres perseguían a Dióniso. Este se dejaba atrapar y se sentaba entre ellos diciendo gracejos y proponiendo adivinanzas, hasta que salía un sacerdote de Dióniso y mata a la primera que podía atrapar.
Después de dormir totalmente a Beacia emprendió su gira por las islas del Mar Egeo, Por todas partes fue dando motivo de espanto. Llegó a Icaria y como su barco estaba averiado, se metió al de unos navegantes que pretendían ir a Naxos. Eran en realidad piratas y pensaron en venderlo como esclavo. Dióniso hizo brotar de la misma nave un viñedo que subió a cubrir el mástil y nacieron juntamente hiedras que enredaron la nave. Los remos se convirtieron en serpientes. El mismo se volvió león y llenó de fieras el navío. Al mismo tiempo resonaban estrepitosas flautas como temor de los piratas. Todos se echaron al mar y se convirtieron en delfines.
Llegó Dióniso a Naxos y se encontró con Ariadna que estaba abandonando a su marido Teseo. Se casó con ella y de ella tuvo por hijos a Enopio, Toas, Estafilo, Taurópolo, Evantes y Latromis.
De Naxos fue a Argos. Allí mató a Teseo por haberse opuesto a él y juntamente con él a muchos varones. A las mujeres las volvió locas. Comenzó a comerse vivos a los niños y para aplacarlo le edificaron su templo.
Cuando hubo difundido su reino por todo el mundo, subió al cielo y se sentó en un trono al lado de Zeus. Desde entonces se encuentras entre los doce grandes dioses. Hestia le cedió su asiento en la mesa.
Ya en esta calidad bajo al Hades por el camino de Lerna para pedir a Persefone que dejara libre a su madre Semele. Logró su intento y la llevó al templo de Artemis en Trezen.  Los dioses la mudaron y la llevaron a la cielo con el nombre de Tione.

Zeus la aposento en su sitio de preferencia y Hera tuvo que someter su colerá.

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