miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA MUCHACHA Y EL SEÑOR

  1. Trabajaba una vez como cazador un muchacho y una muchacha en el Palacio de Barcenaciones. Eran dos jóvenes honrados y trabajadores y al poco tiempo de conocerse se enamoraron. Tras ahorrar algo de dinero para su boda, se casaron en Barcenamayor, con el permiso de su señor. Este fue a visitarlos y les permitió que siguieran trabajando en el castillo, ya que él los trataría como si fueran de su misma familia, dado que habían sido muy trabajadores.



    Los dos enamorados volvieron al palacio a trabajar, sin embargo, la joven notaba como el amo no la miraba con buenos ojos y la piropeaba cuando no le veía su marido.
    En esos días se produjo una guerra contra los moros. El recién casado se fue a la guerra como criado de su señor mientras que su mujer se quedó como encargada de toda la servidumbre de palacio. La guerra duró mucho tiempo y cuando acabó volvieron el criado y el amo a Barcenaciones montados a caballo.
    Por el camino, el amo sintió envidia de la mujer de su criado, los malos pensamientos le acompañaron todo el viaje hasta que loco de rabia mató al criado con la espada, enterrándolo a la orilla del camino.
    Esa misma noche, llegó a palacio y preguntó por la mujer del criado para comunicarle que su marido había muerto en batalla. Cual sería su sorpresa cuando los criados le dijeron que la pobre muchacha había muerto de tristeza al creer que su marido había perecido en la contienda.
    Fue el señor a su habitación enfurecido por su inútil crimen. Cuando llegó la noche, se despertó viendo sentada a los pies de la cama a la mujer de su criado. La joven llevaba una saya negra. Tenía la cara blanca como la nieve y los ojos entristecidos y llorosos, le dijo:
-Le han engañado los criados, yo misma les dije que le engañaran para darle una sorpresa. Vengo a corresponder el amor que usted me tiene, ahora que mi marido murió.
El hombre saltó de la cama para abrazarla, pero la muchacha salió corriendo fuera del palacio. El señor del castillo la alcanzó y juntos empezaron a andar en mitad de la noche como dos enamorados. Al llegar a la altura del camino donde el amo mató a su criado, la noche se puso muy oscura y empezó a relampaguear. La joven miró con rabia a su señor y dijo:
-No, no te engañaron los criados. Yo soy el alma de la mujer de quien mataste aquí. Me he aparecido para castigarte en el mismo lugar donde asesinaste a mi marido.
El hombre echó a correr atemorizado en dirección al palacio, pero en ese momento el cielo se iluminó con un gran relámpago y se abrió una gran grieta en el suelo que tragó al asesino. Mientras se sujetaba en la grieta, el hombre pudo ver a la pareja de enamorados de la mano junto con una Anjana subiendo hacia el cielo. 

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