LA MUERTE HABITA EN YUBA
Como uno más de los miles de mexicanos que no encuentran oportunidades de empleo en nuestro país, Juan Corona y su medio hermano Natividad decidieron emigrar hacia el vecino del norte en busca del llamado sueño americano. Corona pisa suelo norteamericano en la década de los cincuenta, su destino final sería el poblado angelino de Yuba City donde residiría permanentemente logrando formar una familia junto a su esposa y cuatro hijas.
Nacido en 1934, exactamente el mismo año que otros serial killers como Charles Manson y Ángelo Buono, Juan Corona inicia su historia laboral en E. U. como picador en los extensos campos de cultivo estadounidenses, posteriormente fue promovido como jefe de peones otorgándole la responsabilidad de contratar a los nuevos trabajadores (obviamente indocumentados) que estarían a sus órdenes. Las grandes compañías fruteras residentes en Yuba veía en Corona a un buen trabajador que en base a su propio esfuerzo, había logrado sobresalir y ganarse la confianza de los agricultores. Eternamente agradecido con la vida que encontró en Estados Unidos, Corona aparentemente deseaba ayudar a cuanto paisano se pusiera en su camino empleándolo en alguno de los campos de recolección que tenía a su mando. Sin embargo, sus trabajadores se darían cuenta más adelante que el precio que había que pagar por ese empleo era demasiado elevado.
En 1970 sucedería el primero de los escándalos en los que se vería envuelto el apellido Corona, un joven mexicano fue encontrado muerto a machetazos en el café propiedad de Natividad Corona, él salió huyendo hacia México sin afrontar los cargos que se presentaron en su contra. Pese a este primer incidente, nunca se estableció un enlace con Juan en el crimen.
Un año más tarde, el 19 de mayo de 1971 un granjero japonés encontró entre algunos árboles un agujero del tamaño de una tumba, preguntó a los trabajadores cercanos pero nadie quiso opinar sobre el hallazgo; la curiosidad del oriental fue más allá del simple encuentro y regresó más tarde para investigar que había en ese lugar. La impresión fue tal que a la mañana siguiente llamó a la policía que desenterró el cuerpo sin vida de Kenneth Whitacre quien, fue acuchillado y cuyo cráneo estaba abierto por el golpe de algo filoso, algún instrumento parecido a un machete; junto al cuerpo fue encontrada pornografía gay En ese momento las autoridades prefirieron no investigar, nunca se imaginarían lo que vendría más adelante. Cuatro días después en un rancho cercano sería hallada otra tumba, en el interior se encontraba Charles Fleming sin vida y con características muy similares al homicidio de Whitacre.
La policía inició una serie de excavaciones que tardarían nueve días y arrojarían como resultado el descubrimiento de 25 cadáveres y algunas otras tumbas listas para ser utilizadas. Los cuerpos presentaban características similares, la mayoría eran de indocumentados que habían sido atacados con un cuchillo o machete y presentaban señas de actividad homosexual antes del homicidio. Después de algunos estudios periciales se informó que las muertes habían empezado en febrero de ese mismo año. Por increíble que parezca, ninguno de los cuerpos había sido reportado como desaparecido. En las tumbas fueron encontradas también algunas herramientas de campo manchadas con sangre y con restos de cabello. Junto a uno de los cuerpos se encontró un par de recibos a nombre de Juan Corona, lo que sirvió para que el mexicano fuera inculpado por los 25 homicidios (parece muy extraño un descuido tan elemental por parte de nuestro paisano).
Durante el cateo al Rancho Sullivan, lugar donde vivía Corona y algunos de sus trabajadores, fueron encontrados un machete, una pistola, dos cuchillos de carnicero y una agenda con el nombre de siete de las víctimas, mientras que en el automóvil de Corona fueron descubiertas manchas de sangre.
Juan se declaró inocente de todos los cargos y su defensa trató de culpar a su hermano Natividad (quien tenía fama de ser un violentísimo homosexual) como responsable de los homicidios. Sin embargo, nunca se logró comprobar que Natividad estuviese en Estados Unidos durante la ola de asesinatos. Los abogados del acusado también fallaron al alegar demencia en base al diagnóstico realizado a Corona en 1956 donde se le determinó esquizofrenia. El 5 de febrero de 1973, tras 45 horas deliberando, el jurado condenó a Corona a cumplir 25 cadenas perpetuas, una por cada víctima, Juan corona ingresó a la cárcel a los 37 años de edad.
Durante el juicio en contra de Juan Corona, muchos de los ciudadanos México-norteamericanos que veían en él a una especie de protector de trabajadores inmigrantes, protestaron contra lo que creían era un juicio de características racistas y políticas en contra del trabajador mexicano.
Una vez en prisión, Corona fue relacionado con algunos otros homicidios sin que se le llegara a comprobar culpabilidad alguna. En 1978 apeló el dictamen de la corte alegando la incompetencia de sus abogados.
Sin embargo, el nuevo juicio jamás pudo llegar debido al mal comportamiento mostrado por Corona al interior del penal, incluso perdió un ojo durante una de sus frecuentes riñas en la penitenciaria. Ese mismo año recibió la visita de autoridades consulares mexicanas ante las que aceptó ser el responsable de los homicidios, sus palabras fueron las siguientes: «Yo lo hice, pero soy una persona enferma y no puedo ser juzgado con los estándares de los demás hombres».
El caso Juan Corona se origina en los setenta, en la llamada «década de los asesinos seriales», en su momento Corona tuvo el record del mayor número de homicidios en la historia de los Estados Unidos, con 25 víctimas. Este caso bien podría equipararse al de otros asesinos de «peso completo» como Ted Bundy, Henry Lee Lucas, Ed Kemper y John Wayne Gacy. Sin embargo, el hermetismo mantenido por el mismo Corona sobre sus crímenes impidieron que llegara a los índices de popularidad de otros serial killers.