Con
Atena es acaso el más celebrado y representativo de los dioses griegos . Es del
tipo de la belleza masculina en su flor. Todos los más altos y útiles
menesteres humanos se le atribuyen, o se ponen bajo sus tutela música y
medicina; profecía y artes de las armas; ganadería y agricultura. La ley y la
moral también se hayan supeditadas a su influjo. Es probablemente uno de los dioses más genuinamente indoeuropeo. De ahí que sus mitos son
interminables.
Apolo
es considerado el dios de la música y la poesía, así como de las artes
adivinatorias. Hermano gemelo de Artemis sus padres eran Zeus, soberano de los
dioses, y Leto, hija de Titanes.
Zeus
se enamoró de Leto y la persiguió. Para lograr sus intentos la mudó en
codorniz, al par que el mismo. No quedó oculto el hecho ha Hera, que envió a la
serpiente pitón a perseguir a Leto por todo el mundo. También estableció que no
debía dar a luz en ninguna región donde
luciera el sol.
Se contaba que cuando Leto estaba encinta de
los gemelos, Hera a causa de los celos había prohibido que en cualquier lugar de la tierra se ofreciese
asilo, debido a esto Leto andaba errante, sin poder detenerse jamás.
Pero
finalmente Delos, que hasta entonces había sido una isla flotante y estéril, y
que no tenía nada que temer de la cólera de la esposa de Zeus, consintió en
darle acogida.
Los
dolores de parte se prolongaron durante nueve días y nueve noches, todas las
diosas acudieron a su lado, salvo Hera y su hija Ilitia. Ante los gritos
desgarradores que profería la
parturienta, el resto de las diosas prometieron a Hera un collar de oro y ámbar
de nueve codos de longitud, si Ilitia podía ayudar a Leto durante el parto. Aunque a Hera la costó admitirlo, al final
permitió que su hija llegara hasta la isla de Delos y auxiliara a la joven
titán.
La
primera en venir al mundo fue Artemis, que tan pronto como nació ayudó al
alumbramiento de su hermano Apolo.
Nacido
Apolo lo alimento Temis con néctar y ambrosía. Al cuarto día de su nacimiento
ya pidió arco y flechas, que Efesto se apresuro a proporcionárselas.
Salido
de Delos, se encaminó al Parnaso y buscó a la serpiente Pitón, que era perseguidora
de Leto. La hirió con sus flechas y ella huyó al oráculo de la Madre Tierra en
Delfos. Llegó Apolo hasta allá y la mató, precisamente al lado de la gran
hendedura que sirve de base al oráculo.
La
diosa de la tierra se quejó con Zeus y él mandó a Apolo que fuera a purificar
el templo y fundó los juegos en honor a Pitón. No hizo caso Apolo y fue
más bien a buscar a Pan, que le dio el secreto el oráculo y el dios se adueño
de la sede y de las sacerdotisas de Delfos, que fueron desde entonces sus
súbditas.
Leto
fue con Artemis a Delfos y trató de hacer las debidas purificaciones. El
gigante Titio trató de violarla. Cuando Apolo y Artemis lo supieron vinieron y
lo mataron. Titio hijo de Zeus, está en el averno con brazos y piernas atados
al suelo y ocupando una enorme superficie.
También
mató a Marisias, sátiro del séquito de Cibeles, por intentar contender con él
en la música.
Tuvo
un segundo hecho de contienda con Pan. Puso de árbitro a Midas, con mal
resultado para los dos.
Apolo,
quizás siguiendo la estela paterna, tuvo amores con multitud de ninfas y
mortales.
Fue
Apolo adverso al matrimonio, pero dejó varios hijos en diversas ninfas y
mujeres estas son los principales:
·
Pitia, que dio como hijos a Doro y sus hermanos.
·
Talia, la musa, de quien hubo a los Coribantes.
·
Coronis, de quien tuvo a Asclepios.
·
Aria, de quien nació Mileto.
·
Cirene, madre
que fue de Aristeo.
·
La seducción de Driope es novelesca. Estaba ella
en el monte Eta cuidando los rebaños de su padre. Apolo se transformó en
tortuga. La joven junto con sus amigas las Hamadriadas, se puso a jugar con
ella. Al fin, al alzó y la puso en su seno. La tortuga se convirtió en
serpiente, ahuyento a las amigas y poseyó a Driope. Ella dio a luz a Anfiso. La
madre fue sacerdotisa de un templo que el hijo levanto a su padre hasta que las
Hamadriadas la corrieron.
Tuvo
también malas aventuras Apolo. Una vez intento raptar a Marpesa del Monte Ida, pero ella se opuso, muy fiel a
su marido.
En
cierta ocasión, en la que atravesaba el país de los tesalios, siguiendo una
partida de caza, divisó en las orillas del río Peneo a una joven extremadamente
hermosa, que respondía al nombre de Dafne. Esta muchacha era en realidad una
ninfa que se entretenía en vagar por aquellos solitarios parajes y abatir a las
fieras con sus flechas, cubriéndose son sus vistosas pieles.
La
vista de aquella joven y esquiva hermosura conmovió el corazón del dios, pero
en cuanto trató de acercarse a ella, Dafne huyo presurosa. Cuando el joven dios
estaba a punto de darle alcance a la ninfa, ésta exclamó, dejándose caer sobre
el suelo: «¡Oh, tierra, acógeme en tu seno, sálvame!»
Al
terminar su innovación, sus miembros se distendieron con la rigidez de la muerte,
sus cabellos se convirtieron en hojarasca y sus brazos en largas ramas de sus
pies brotaron raíces y su cabeza se convirtió en la frondosa copa de un árbol.
Apolo se refugió bajo el gran laurel en que se había convertido la ninfa,
mientras pensaba: «Dafne, tu serás de ahora en
adelante mi árbol, el árbol del dios Apolo. Tus hojas coronarán mi
cabeza y serán el adorno de las valientes guerreros y de los triunfadores
atletas, poetas y cantores.»
Como
todos los dioses griegos amo también a los hombres. Jacinto fue amado por Apolo
y como le fue desdeñoso, lo mudo en flor de su nombre.
Una aventura de otro género tuvo ante su padre.
Asclepios había resucitado a un hombre y Hades fue a quejarse con Zeus. El dios
mató con un rayo a Asclepios y Apolo su
padre, en venganza, mato a los Cíclopes. Enojadísimo el rey de los dioses quiso
relegarlo para siempre al Hades, pero intervino Leto y la sentencia fue
conmutada por un año de trabajo por un año de trabajo como esclavo en casa de
Admeto, rey de Tera. El dios Apolo se sometió y cumplió con su pena y ayudó a
su amo.
Desde
entonces fue más pacato. Y se dice que a el se deben los lemas Helénicos:
Conócete a ti mismo. Nada hay que hacer en extremo.
Fuera
de esas aventuras pueden mencionarse otras, como los amores con Casandra, hija
de Príamo, que vino a tener mal fin.
Lo
más notable de Apolo eran los oráculos
de Delfos.
Belleza,
poesía, música y arte de guerra: todas las ilusiones masculinas se encarnan en
este dios, con la suma virilidad de que da muestra en sus varios hijos y
aventuras. Tuvo por eso gran culto en Grecia y en las regiones todas del
Imperio Romano.
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